30/9/09

CARTA A USTED.....

Según dicen, ya usted tiene otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante.
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.

Y me parece injusto discutirle el derecho
de compartir sus penas sus goces y su lecho.
Pero el amor señora, cuando llega el olvido,
también tiene el derecho, de un final distinguido.
Perdón... Si es que la hiere mi reproche...
Perdón aunque sé que la herida no es en el corazón.
Y para perdonarme... Piense si hay más despecho
que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.
Pues sepa que una dama, con la espalda desnuda
sin luto, en una fiesta, puede ser una viuda.
Pero no como tantas de un difunto señor,
sino para ella sola, viuda de un gran amor.
Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente,
al menos al principio, ya no, naturalmente.
Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.
Usted será la flor que según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.
O acaso cierta noche de amor y de locura
yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.
Sí... usted juró cien veces, ser para siempre mía
yo besaba sus labios pero no lo creía.
Usted sabe y perdóneme, que en ese juramento,
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante,
a quien quizás, le jure lo mismo, en este instante.
Y como usted señora, ya aprendió a ser infiel,
a mí así de repente, me da pena por él.
Sí, es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta
y yo en otra ventana me olvidé de su puerta.
O una tarde de lluvia se iluminó mi vida,
mirándome en los ojos de una desconocida.
Y también es posible, que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed,
nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.
Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas;
pero ni los rosales dan solamente rosas.
Y no digo estas cosas, por usted, ni por mí,
sino por... por los amores que terminan así.
Pero vea señora... que diferencia había;
entre usted que lloraba... y yo que sonreía.
Pues nuestro amor concluye con finales diversos
usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos.
Josè Angel Buesa

27/9/09

SEMESTRE...

Tal vez tuvo la culpa la noche en plenilunio ...
quizá fue el perfume del alhelí ...
era una tibia y clara noche del mes de junio,
tú me dijiste: "quiéreme" y yo te obedecí.
fui obediente ... Verdad? ...

Te amé como quisiste.
Te di besos que nadie como yo te dará.
Recuerdo que tú misma, ruborosa, dijiste:
"Mientras viva, te juro que nadie me tendrá".
Pero así como todo se pasa en esta vida,
se pasó el mes de junio y se fue tu querer,
según dijiste "quiéreme" así dijiste "olvida".
Y así fue que en diciembre yo volví a obedecer.

Hèctor J. Diaz

19/9/09

SONETOS CORPORALES


Tallo fecundo, de botón florido
con cálida corola coronado,
clavel triunfante, fuiste levantado
por empuje de sangre, recio, erguido.
Buscas, ciego, región donde, en olvido,
se abandone tu mar aprisionado
por estrecho canal, y encabritado,
salte en espuma, libre, enardecido.
Tu anhelo insatisfecho se repite
en rada sola, en plácida bahía
que espera que ese mar se precipite
en su claro recinto de agonía.
Pues a sed prolongada no sustenta
agua que no comprenda lo que sienta.
II
Vaciado de ti, solo, enardecido
por tu ausencia tan larga y dolorosa;
convertido en gimiente y suave rosa
y en solitario lar, inútil nido,
el vientre se ha trocado en carcomido
panal sin miel, ni abeja rumorosa
y solitario, en su esperar reposa yermo,
sombrío, confinado a olvido.
Huésped espera casa tan amable,
y quemante pasión; vida apacible
merece un habitante perdurable.
En mi carne de muro perecible
espera un sueño a que te sea dable
convertirlo en propósito tangible.
//
Carmen González Huguet

15/9/09

A ROSARIO....

¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto, y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.

Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir;
que están mis noches negras, tan negras y sombrías,
que ya se han muerto todas las esperanzas mías,
que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir.

De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver,
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada,
las formas de mi madre se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos te quiero mucho más.

A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida,
qué quieres tú que yo haga con este corazón?

Y luego que ya estaba concluido el santuario,
tu lámpara encendida, tu velo en el altar,
el sol de la mañana detrás del campanario,
chispeando las antorchas, humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar...

¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y amándonos los dos;
tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros mi madre como un Dios!

¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así!
Y yo soñaba en eso, mi santa prometida;
y al delirar en eso con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno por ti, no más por ti.

Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!

Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,mi juventud, adiós!
//
Manuel Acuña

POST-UMBRA...


Con letras ya borradas por los años,
en un papel que el tiempo ha carcomido,
símbolo de pasados desengaños,
guardo una carta que selló el olvido.
La escribió una mujer joven y bella.
¿Descubriré su nombre? ¡no!, ¡no quiero!
pues siempre he sido, por mi buena estrella,
para todas las damas, caballero.

¿Qué ser alguna vez no esperó en vano
algo que si se frustra, mortifica?
Misterios que al papel lleva la mano,
el tiempo los descubre y los publica.
Aquellos que jusgáronme felices,
en amores, que halagan mi amor propio,
aprendan de memoria lo que dice
la triste historia que a la letra copio:

"Dicen que las mujeres sólo lloran
cuando quieren fingir hondos pesares;
los que tan falsa máxima atesoran,
muy torpes deben ser, o muy vulgares.
Si cayera mi llanto hasta las hojas
donde temblando está la mano mía,
para poder decirte mis congojas
con lágrimas mi carta escribiría.

Mas si el llanto es tan claro que no pinta,
y hay que usar de otra tinta más obscura,
la negra escogeré, porque es la tinta
donde más se refleja mi amargura.
Aunque no soy para sonar esquiva,
sé que para soñar nací despierta.
Me he sentido morir y aún estoy viva;
tengo ansias de vivir y ya estoy muerta.
Me acosan de dolor fieros vestigios,
¡qué amargas son las lágrimas primeras!
Pesan sobre mi vida veinte siglos,
y apenas cumplo veinte primaveras.

En esta horrible lucha en que batallo,
aun cuando débil, tu consuelo imploro,
quiero decir que lloro y me lo callo,
y más risueña estoy cuanto más lloro.
¿Por qué te conocí? Cuando temblando
de pasión, sólo entonces no mentida,
me llegaste a decir: "te estoy amando
con un amor que es vida de mi vida"
¿Qué te respondí yo? Bajé la frente,
triste y convulsa te estreché la mano,
porque un amor que nace tan vehemente
es natural que muera muy temprano.

Tus versos para mí conmovedores,
los juzgué flores puras y divinas,
olvidando, insensata, que las flores
todo lo pierden menos las espinas.
Yo, que como mujer, soy vanidosa,
me vi feliz creyéndome adorada,
sin ver que la ilusión es una rosa,
que vive solamente una alborada.
¡Cuántos de los crepúsculos que admiras
pasamos entre dulces vaguedades;
las verdades juzgándolas mentiras
las mentiras creyéndolas verdades!

Me hablabas de tu amor, y absorta y loca,
me imaginaba estar dentro de un cielo,
y al contemplar mis ojos y mi boca,
tu misma sombra me causaba celo.
Al verme embelesada, al escucharte,
clamaste, aprovechando mi embeleso:
"déjame arrodillar para adorarte";
y al verte de rodillas te di un beso.
Te besé con arrojo, no se asombre
un alma escrupulosa y timorata;
la insensatez no es culpa.
Besé a un hombre
porque toda pasión es insensata.

Debo aquí confesar que un beso ardiente,
aunque robe la dicha y el sosiego,
es el placer más grande que se siente
cuando se tiene un corazón de fuego.
Cuando toqué tus labios fue preciso
soñar que aquél placer se hiciera eterno.
Mujeres: es el beso un paraíso
por donde entramos muchas al infierno.
Después de aquella vez, en otras muchas,
apasionado tú, yo enternecida,
quedaste vencedor en esas luchas
tan dulces en la aurora de la vida.

¡Cuántas promesas, cuántos devaneos!
el grande amor con el desdén se paga:
Toda llama que avivan los deseos
pronto encuentra la nieve que la apaga.
Te quisiera culpar y no me atrevo,
es, después de gozar, justo el hastío;
yo que soy un cadáver que me muevo,
del amor de mi madre desconfío.
Me engañaste y no te hago ni un reproche,
era tu voluntad y fue mi anhelo;
reza, dice mi madre, en cada noche;
y tengo miedo de invocar al cielo.
Pronto voy a morir; esa es mi suerte;
¿quién se opone a las leyes del destino?
Aunque es camino oscuro el de la muerte,
¿quién no llega a cruzar ese camino?

En él te encontraré; todo derrumba el tiempo,
y tú caerás bajo su peso;
tengo que devolverte en ultratumba
todo el mal que me diste con un beso.
Mostrar a Dios podremos nuestra historia
en aquella región quizá sombría.
¿Mañana he de vivir en tu memoria...?
Adiós... adiós... hasta el terrible día.

"Leí estas líneas y en eterna ausencia
esa cita fatal vivo esperando...
Y sintiendo la noche en mi conciencia,
guardé la carta y me quedé llorando.
Juan de Dios Peza.

14/9/09

CANCION DEL AMOR PROHIBIDO....

Sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
Y aún nos arde en los labios algún beso reciente.

Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.

Y así dos orillas tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.

José Ángel Buesa

9/9/09

ME DICES.....

Me dices que dices no dices que te deje en paz
Que quieres que no quieres quererme
O tal vez deseas que no deseas dejar de verme
Piel y guerra de palabras en la piel
Que breve se desliza
Entre los dos sin rumbo y sin descanso
Continuidad lasciva que discontinua mueve
La verdad de los cuerpos que no descansan en paz
Que mueven y remueven el agua y la marea
De sentimientos que no llegan y se retrasan
En los líquidos que brotan y nacen
En los espasmos del espacio que encuentran
Y controlan los músculos de la emoción
Que desborda cualquier mesura o contención
Arrastra por la cama el sueño que no llega
Las ganas que se quedan mirando la espalda
Que brota frente a las manos que indagan
Y persiguen en su camino
Hallazgos sin sentido
Variaciones del espacio y la materia
Que viva se exalta y responde abierta
A la pregunta inquieta de la carne
Sin saber compendios de dicho arte
Manejando las distancias cortas
De parte a parte de los pies que fríos
Sienten hambre de caricias
De cualquier nombre
Y la boca pende del espacio del beso
Atornillado a la boca que herramienta
Usa el sentido y la caída en la cordura
Abierta en el lecho en cualquier postura
Y el pecho se vuelve enhiesto
Erguido navío que lanza al techo
Su mensaje de sombras y sigilos
Dulce mensaje para los dedos que navegan
Por esas aguas levantadas y redondas
Hacia el horizonte del sur donde el amanecer
Empieza a despuntar y el sol parece que sale
Y termina por levantar.
//
Angela Ibáñez

3/9/09

CON LA SIMPLE PALABRA....

Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo esta cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.
Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.
Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.
Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.
Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás!
Josè Angel Buesa