Recuerdo dos horas seguidas.
Luego un abatimiento.
Se filtrabala luz, pero anochecía.
Yo era otra.
¿Dónde estará aquella ropa?
Era la misma que soy ahora.
Menos cosas que recordarme
menos vida, o más vida, o pocavida.
O ninguna vida por delante
ni hacia atrás. Mi vida. ¿Qué es mi vida?
Estaba sentada en otra silla: lo recuerdo
estructura de madera recubierta de lona.
Sobre una mesa con el cristal resquebrajado
escribí un poema, ¿o era el mismo poema?
Un ansia de recordarlo invade todo
y decido escribir
cinco o seis poemas más.
Me llevan a raros lugares donde estuve.
No sufro.Sufría.
¿Mejor o peor?
Abatimiento porque recuerdo la misma soledad.
La misma soledad no me convierte en otra persona.
Será ése el hilo, mi fantasma, mi amor,
el que me eleva y me deshace, pero no me perturba.
Sería cuestiónde sentir distintas soledades.
Varias soledades.
Que muchas soledades se agolpasen de pronto
para ir al supermercado, o sintiendo
deseos de ir al mar.
Que todas las soledades
se dispersaran para confundir ésta: tan real.
Y al ser tantas, podría elegir matices,colores, estelas:
varios poemas para varios estados
y no escribiría el mismo poema
al repetir esta exhalación que sólo oyen
ciertas solitarias al chafar la colilla
con la punta del zapato.
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Concha García
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Concha García
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