Ramón de Campoamor
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¿Qué es poesía?, dices mientras clavas En mi pupila tu pupila azul. ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú.
29/9/13
24/9/13
LA ADIVINADA.....
En dónde está, Señor, que no la encuentro?
Por qué sendero cruzará ignorada?
En esta de la vida, selva adentro,
Dónde estará, Señor , la Adivinada?
Dime el templo de amor en donde reza;
Cuál es el sol que sus mejillas dora,
O en qué oasis alumbran su tristeza
Las acuarelas de la eterna Aurora.
Dime, Señor, si dentro de ella misma
Algo hay de mi opaca desventura;
Si me evoca también o si se abisma
Como el viador entre su noche oscura.
Si tiene, como yo, listos los remos
Para cruzar los mares de la vida,
Y si luego cansados volveremos
Cada cual a su punto de partida.
Si se unirán al fin nuestras querellas,
Si uno mismo será nuestro calvario
O rotaremos como dos estrellas
De un remoto sistema planetario.
Si la incógnita luz de su pupila.
En busca del ensueño y la fortuna,
Como la araña de mi verso hila
Su telar en un rayo de la luna.
Qué sol habrá que su virtud alumbre,
En qué oculto recodo nos veremos
O en la testa nevada de qué cumbre
Cansados de volar nos posaremos.
Porque ella debe distender el vuelo:
Es propio del dolor que diviniza,
Desde la tierra conquistar el cielo
Por la escala inconsútil de la brisa.
Y presa de su bárbaro destino
Verá caer de la altitud remota,
Un crepúsculo lila en su camino
Y en el mismo camino un ala rota.
Por esta soledad de mi agonía
...Bajo la inútil e incesante brega...
Pasan mil esperanzas, noche y día,
Pero la Adivinada nunca llega.
En dónde está, Señor, que no la encuentro?
Por qué sendero cruzará ignorada?
En esta de la vida, selva adentro,
Dónde estará, Señor, la Adivinada?...
Enrique Aguiar
Enrique Aguiar
AQUELLA TARDE.....
Bajo el manto misterioso y resignado y taciturno de los cielos
Nos miramos junto al mar;
El crepúsculo esfumaba sus colores de violeta, la sonrisa
De los suaves retornelos de la brisa
Halagaba en tus pupilas inefables y serenas
la visión crepuscular.
Nos miramos frente a frente. El silencio de tu alma.
Bajo el ala nemorosa de tus blancas floraciones.
Suspiraba en la caricia saludable del pleamar.
Hubo paz en los deseos, hubo luz en nuestra calma...
Nuestra barca de ilusiones
Por los amplios horizontes del ensueño y de la vida
comenzaba a navegar.
Cuántas cosas nos dijimos a la hora que la tardes se envolvía
En las rientes lontananzas.
De los versos, de las flores, de las risas de la mar!
De improviso, el espectro de la duda que a tu lado sonreía,
Apagó las esperanzas...
De los sueños imposibles que mas nunca volveremos a soñar.
En las finas palideces de tu rostro se agravaba mi tristeza.
Pensativa, como un cáliz, reclinaste la cabeza.
Tus pupila repitieron la visión crepuscular...
Y fue negra aquella tarde, que entre vivos y dorados terciopelos,
Bajo el manto misterioso y resignado y taciturno de los cielos
Nos miramos junto al mar!...
Enrique Aguiar
23/9/13
A LINDBERGH
Ebrio de luz en el azul del cielo;
Para verte volar en tu aeroplano
Levantaron los cóndores el vuelo.
Las volubles estrellas del arcano
Siguieron, mudas, tu arriesgado anhelo.
Qué bien las repetía el océano
En su movible y transparente suelo!
Y como el naúta universal de España
Soplando tempestades te seguía
El Bóreas envidioso de tu hazaña.
Pero escoltaron tus heroicos rastros,
Un cortejo de águilas, de día
Y de noche el cortejo de los astros!.
Enrique Aguiar
21/9/13
ESPACIO (FRAGMENTO)...
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18/9/13
DEFENSA DE LA ALEGRÍA
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Mario Benedetti
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Mario Benedetti
LA LAGRIMA INFINITA...
Esa! ... La que en
el alma llevo oculta;
la que no salta
fuera si se expande
en la pupila; la
que a nadie insulta
en un alarde de
dolor; la grande,
la infinita, la
muda, la sombría,
la terca, la
traidora, la doliente
lágrima de dolor,
¡lágrima mía! ...,
que está clavada en
mi profundamente.
de dulce sollozar;
la que me hiere,
y no punza, y no
obedece, y pone un velo
turbio en mis ojos;
la que nunca muere
ni nace en flor de
rostro; la que nunca
refrena su latir;
la que no intenta
asomarse a la faz y
quedar trunca,
y hace la pena
interminable y lenta ...
tortuosa de mi yo,
tierra maldita
donde no nace
planta ni se nombra
ningún nombre de
amor ... ¡Esa infinita
lágrima de dolor,
sorda y amarga,
que llega hasta mis
ojos y no fluye
en catarata
ardiente; la que embarga
mi ser y en el
silencio se diluye! ...
Gota que cristaliza
y se hace piedra,
dolor que se
concreta y se resume;
planta parásita
como la hiedra,
que trepa al
corazón y lo consume;
infinito dolor sin
esperanza
de resolverse en
líquido siquiera.
Invierno seco y
duro que no alcanza
a transformarse
luego en primavera.
polo desierto que
en la ardiente entraña
anhela el húmedo
calor del cielo,
que ni lo fertiliza
ni lo baña.
Lágrima que no
alivia la tortura
de los ojos
cansados de infinito;
lágrima que no cura
la amargura;
que no es queja, ni
expresión, ni grito.
Cántaros secos,
áridos, mis ojos;
páramos sin
frescura ni rocío;
febricitantes de
escrutar los rojos
límites del espacio
y del vacío.,
¡Esa! ... La que no
llega ni ha llegado
ni llegará a los
ojos nunca ...., ¡nunca! ...
Mi lágrima tenaz,
que no ha mojado
el Sahara estéril
de mi vida trunca;
esa ...; no la
verás, porque en la calma
de mis angustias se
ha trocado en perla.
Para verla hace
falta tener alma,
y tú ..., ¡no
tienes alma para verla! ...
Hilarión
Cabrisas
17/9/13
LA HISTORIA DE ALFONSINA STORNI, LA QUE INSPIRÓ LA CANCIÓN ÄLFONSINA Y EL MAR"...
Alfonsina Storni fue una poetisa y escritora argentina. Sus composiciones reflejan la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su existencia, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos.
Se relaciono con el poeta Horacio Quiroga quien luego de finalizar su relación con ella contrajo matrimonio y 10 años más tarde se suicido. Alfonsina realmente lo apreciaba y dedico un poema a su difunto amigo:
“Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán”
Años más tarde fue diagnosticada con cáncer de mama del cual fue operada, al poco tiempo se realizó un estudio de quilología, cuyo diagnóstico no fue acertado. Esto la deprimió, provocándole un cambio radical en su carácter y llevándola a descartar los tratamientos médicos y a planear su fin.
Antes de partir escribió su último poema y lo envió al diario La Nación:
“Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas,
tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que te olvides. Gracias…
Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…”
Finalmente la poeta se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres. Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar hasta desaparecer por completo.
La Canción:
Alfonsina y el mar es una zamba compuesta por los argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna, publicada por primera vez en el disco de Mercedes Sosa. La canción es un homenaje a la poetisa, donde se incluyen extractos de su último poema.
Alfonsina y el mar
Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más.
Un sendero solo de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda.
Un sendero solo de penas mudas llegó
hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte arrullada en el canto
de las caracolas marinas.
La canción que canta en el fondo oscuro
del mar, la caracola.
Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.
Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos harán
una ronda a tu lado;
y los habitantes del agua
van a jugar pronto a tu lado.
Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma, nodriza, en paz
y si llama él no le digas que estoy,
dile que Alfonsina no vuelve más,
y si llama él no le digas nunca que estoy,
di que me he ido.
Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.
Alfonsina Storni Martignoni (Sala Capriasca, Suiza, 22 o 29 de mayo de 1892, Mar del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938) fue una poeta y escritora argentina del modernismo.5
Sus padres, dueños de una cervecería en San Juan, regresaron a Suiza en 1891. Y en 1896 volvieron a Argentina junto con Alfonsina, quien había nacido durante la estadía de la pareja en el país europeo. En San Juan concurrió al jardín de infantes y desarrolló la primera parte de su infancia. A principios del siglo XX la familia se mudó a Rosario, donde su madre fundó una escuela domiciliaria y su padre instaló un café cerca de la estación de ferrocarril Rosario Central. Alfonsina se desempeñó como mesera en el negocio familiar, pero dado que este trabajo no le gustaba se independizó y consiguió empleo como actriz. Más tarde recorrería varias provincias en una gira teatral.
Storni ejerció como maestra en diferentes establecimientos educativos y escribió sus poesías y algunas obras de teatro durante este período. Su prosa es feminista, ya que busca en ella la igualdad entre el hombre y la mujer, y según la crítica, posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica. Otros dividen su obra en dos partes: una de corte romántico, que trata el tema desde el punto de vista erótico y sensual y muestra resentimiento hacia la figura del hombre, y una segunda etapa en la que deja de lado el erotismo y muestra el tema desde un punto de vista más abstracto y reflexivo. La crítica literaria, por su parte, clasifica en tardorrománticos a los textos editados entre los años 1916 y1925 y a partir de Ocre encuentra rasgos de vanguardismo y recursos como el antisoneto. Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos.
Fue diagnosticada con cáncer de mama, del cual fue operada. A pedido de un medio periodístico se realizó un estudio de quirología, cuyo diagnóstico no fue acertado. Esto la deprimió, provocándole un cambio radical en su carácter y llevándola a descartar los tratamientos médicos para combatirla…
8/9/13
EL BESO....
A veces nuestros labios, como locas
mariposas de amor, se perseguían;
los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.
Los míos murmuraban: -¡Me provocas!
Los tuyos: -¡Me amedrentas!, respondían;
y aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.
Recuerdo que, una tarde, la querella
en el jardín, llevando hasta el exceso,
quisiste huir, mas, por mi buena estrella,
en una rosa el faldellín fue preso,
y que, después, besé, la rosa aquella,
por haberme ayudado a darte un beso.
Manuel Ugarte (1878-1951)
mariposas de amor, se perseguían;
los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.
Los míos murmuraban: -¡Me provocas!
Los tuyos: -¡Me amedrentas!, respondían;
y aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.
Recuerdo que, una tarde, la querella
en el jardín, llevando hasta el exceso,
quisiste huir, mas, por mi buena estrella,
en una rosa el faldellín fue preso,
y que, después, besé, la rosa aquella,
por haberme ayudado a darte un beso.
Manuel Ugarte (1878-1951)
SOÑÉ QUE TU ME LLEVABAS...
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
Antonio Machado (1875-1839)
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
Antonio Machado (1875-1839)
ENTRETANTO, LA OLA
Las sombras se han echado a dormir sobre mi soledad.
Mis cielos,
víctimas de invasoras constelaciones ebrias,
se han desterrado al suelo como en bandadas muertas
de pájaros cansados.
Mis puertos inocentes se van segando al mar,
y ni un barco ni un río me carga la distancia.
Sola, desenfrenada en tierra de sombra y de silencio.
Sola,
partiéndome las manos con el deseo marchito de edificar
palomas con mis últimas alas.
Sola,
entre mis calles húmedas,
donde las ruinas corren como muertos turbados.
Soy agotada y turbia espiga de abandono.
Soy desolada y lloro...
¡Oh este sentirse el alma más eco que canción!
¡Oh el temblor espumado del sueño a media aurora
¡Oh inútilmente larga la soledad siguiendo mi ca-mino sin sol!
Entretanto, la ola,
amontonando ruidos sobre mi corazón.
Mi corazón no sabe de playa sin naufragios.
Mi corazón no tiene casi ya corazón.
Todo lo ha dado, todo...
Es gesto casi exacto a la entrega de Dios.
Entretanto, la ola...
Todo el musgo del tiempo corrompido en un éxtasis
de tormenta y de azote sobre mi ancho dolor.
Tronchadas margaritas soltando sus cadáveres
por la senda partida donde muero sin flor.
Pechos míos con lutos de emoción, aves naufragas
arrojadas del cielo, mutiladas, sin voz.
Todo el mundo en mi rostro,
y yo arrastrada y sola,
matándome yo misma la última ilusión.
Soy derrotada...
Alba tanto distante,
que hasta mi propia sombra con su sombra se ahuyenta.
Soy diluvio de duelos,
toda un atormentado desenfreno de lluvia,
un lento agonizar entre espadas perpetuas.
¡Oh intemperie de mi alma!
¡En qué ola sin nombre callaré tu poema!
JULIA DE BURGOS
Mis cielos,
víctimas de invasoras constelaciones ebrias,
se han desterrado al suelo como en bandadas muertas
de pájaros cansados.
Mis puertos inocentes se van segando al mar,
y ni un barco ni un río me carga la distancia.
Sola, desenfrenada en tierra de sombra y de silencio.
Sola,
partiéndome las manos con el deseo marchito de edificar
palomas con mis últimas alas.
Sola,
entre mis calles húmedas,
donde las ruinas corren como muertos turbados.
Soy agotada y turbia espiga de abandono.
Soy desolada y lloro...
¡Oh este sentirse el alma más eco que canción!
¡Oh el temblor espumado del sueño a media aurora
¡Oh inútilmente larga la soledad siguiendo mi ca-mino sin sol!
Entretanto, la ola,
amontonando ruidos sobre mi corazón.
Mi corazón no sabe de playa sin naufragios.
Mi corazón no tiene casi ya corazón.
Todo lo ha dado, todo...
Es gesto casi exacto a la entrega de Dios.
Entretanto, la ola...
Todo el musgo del tiempo corrompido en un éxtasis
de tormenta y de azote sobre mi ancho dolor.
Tronchadas margaritas soltando sus cadáveres
por la senda partida donde muero sin flor.
Pechos míos con lutos de emoción, aves naufragas
arrojadas del cielo, mutiladas, sin voz.
Todo el mundo en mi rostro,
y yo arrastrada y sola,
matándome yo misma la última ilusión.
Soy derrotada...
Alba tanto distante,
que hasta mi propia sombra con su sombra se ahuyenta.
Soy diluvio de duelos,
toda un atormentado desenfreno de lluvia,
un lento agonizar entre espadas perpetuas.
¡Oh intemperie de mi alma!
¡En qué ola sin nombre callaré tu poema!
JULIA DE BURGOS
QUE COMO ESTOY?....
Que como estoy?...
Ya ves... / Desazonado y triste,
Descolorido como una hoja seca batida por el sol,
las lluvias, el viento.
Y cómo iba de estar?,
acaso te imaginas que ha sido poca cosa
mi soledad, mi tedio,
la angustia de mirar a todas partes/
buscándote, ansiándote,
hurgando tu silueta entre masas y masas
de hormigueros humanos?...
Que cómo estoy!...
Se necesita situarse muy lejos de mi ser
para tan tonta pregunta!
Mira, estoy como no había estado antes.
En mi silencio, en mis noches,
he podido correr desesperadamente por mi sangre,
por mi voz... y por la compasión de las personas
que saben dónde estás y nada dicen.
Resulta tan difícil la condición del hombre!
Tener que sostener calladamente tu larga lejanía;
apretarse los ojos rebozados de agua;
suspender el aliento para que nadie escuche
que el corazón te llama...
y sobre todo pensar, pensar cobardemente
cuando ya nadie atisba, / bajo la noche ancha, paso a paso...
Ridiculez tremenda de ser hombre!
porque a pesar de todo lo que haga
te seguiré llevando entre mis venas
como la misma vida...
Que cómo estoy!...
Que feliz ocurrencia de tu parte!
Tenía tantas cosas, a mano, que decirte,
y que ahora no sé dónde se han ido...
He contemplado con detenimiento el recuerdo.
He logrado tener entre mis labios mil rosas tempraneras.
He llenado mis manos de luz escribiendo... escribiendo...
Esto es todo, mi amor.
Que cómo estoy?...
No había pensado en esto!
Estoy... no sé; tal vez un poco enfermo,
o puede que apartado de todo lo que sobra;
de los amigos, de los afectos, de la risa, de mí,
de mí también me he apartado un poco.
Ahora llevo tan honda la expresión de la muerte
que no sabría decirte cómo estoy/
Estoy... como me ves, sencillamente.
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