18/9/13

LA LAGRIMA INFINITA...

 
 
 Esa! ... La que en el alma llevo oculta;

la que no salta fuera si se expande

en la pupila; la que a nadie insulta

en un alarde de dolor; la grande,

la infinita, la muda, la sombría,

la terca, la traidora, la doliente

lágrima de dolor, ¡lágrima mía! ...,

que está clavada en mi profundamente.

 
                                           La que no da una tregua ni un consuelo

de dulce sollozar; la que me hiere,

y no punza, y no obedece, y pone un velo

turbio en mis ojos; la que nunca muere

ni nace en flor de rostro; la que nunca

refrena su latir; la que no intenta

asomarse a la faz y quedar trunca,

y hace la pena interminable y lenta ...

 
                                       Agua de un manantial que va en la sombra

tortuosa de mi yo, tierra maldita

donde no nace planta ni se nombra

ningún nombre de amor ... ¡Esa infinita

lágrima de dolor, sorda y amarga,

que llega hasta mis ojos y no fluye

en catarata ardiente; la que embarga

mi ser y en el silencio se diluye! ...

Gota que cristaliza y se hace piedra,

dolor que se concreta y se resume;

planta parásita como la hiedra,

que trepa al corazón y lo consume;

infinito dolor sin esperanza

de resolverse en líquido siquiera.

Invierno seco y duro que no alcanza

a transformarse luego en primavera.

 
                                                   Nieve perpetua sin deshielo;

polo desierto que en la ardiente entraña

anhela el húmedo calor del cielo,

que ni lo fertiliza ni lo baña.

Lágrima que no alivia la tortura

de los ojos cansados de infinito;

lágrima que no cura la amargura;

que no es queja, ni expresión, ni grito.

Cántaros secos, áridos, mis ojos;

páramos sin frescura ni rocío;

febricitantes de escrutar los rojos

límites del espacio y del vacío.,

 

¡Esa! ... La que no llega ni ha llegado

ni llegará a los ojos nunca ...., ¡nunca! ...

Mi lágrima tenaz, que no ha mojado

el Sahara estéril de mi vida trunca;

esa ...; no la verás, porque en la calma

de mis angustias se ha trocado en perla.

Para verla hace falta tener alma,

y tú ..., ¡no tienes alma para verla! ...

 

Hilarión Cabrisas

 

 

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